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sábado, 23 de mayo de 2015

Cap / 18



En cuanto estuvieron firmados los contratos y se hubo llegado a un acuerdo sobre el calendario de pagos, hubo que tomar rápidamente muchas decisiones. Lali había aprobado enseguida los muebles de serie color crema para la cocina y que las encimeras fueran de madera de arce. Sin embargo, todavía tenía que elegir los grifos, los tiradores y las piezas de baño, así como las baldosas, la moqueta, los electrodomésticos y las lámparas. «Ahora es cuando ayuda tener un presupuesto limitado —le había dicho Peter—. Algunas decisiones se tomarán por sí solas en cuanto veas los precios.»

            Habían acordado mantener el estilo de bungaló de la casa lo más posible, con revestimientos sencillos, maderas nobles, tonos sutiles y algún que otro toque de color.

            A Mery no le interesaban las gamas de color ni mirar muestras de azulejos, así que Lali tendría que escoger la decoración y los acabados.

            —Además —le había dicho Mery—, tú eres quien vivirá en la casa, así que decide tú qué aspecto va a tener.

            —¿Y si luego no te gusta?

            —No tengo gusto —le había respondido Mery alegremente—. Me gusta todo. Adelante.

            A Lali le parecía bien, porque le gustaba ir a los almacenes de materiales de construcción y mirar catálogos. Además quería poder pasar más tiempo con Peter. Aunque ya supiera muchas cosas de él, seguía siendo para ella un desconocido fascinador. No era un encanto como su hermano Gastón, ni intentaba serlo. Tenía algo de inalcanzable, una lejanía intolerante que en cierto modo solo le hacía más atractivo.

            Aunque Lali no tenía ninguna duda de que Peter bebía demasiado (desde luego él no había intentado fingir lo contrario), de momento había estado a la altura de su reputación de ser de confianza. Llegaba pronto a donde hubieran acordado encontrarse. Le gustaban los horarios y las listas y usaba más notas adhesivas que nadie que hubiera conocido ella. Estaba segura de que tenía que comprarlas al por mayor. Las pegaba en las paredes y las ventanas, a los cables y a las muestras de suelo y a los catálogos, las usaba como tarjeta de visita, para recordar las citas y para las listas de la compra. Cuando Lali no sabía dónde estaba un sitio del que él le hablaba, le dibujaba un pequeño mapa y se lo pegaba al bolso. Cuando iban a una tienda de electrodomésticos, pegaba cuadrados azules de papel en todos los modelos de nevera, lavavajillas y horno de las medidas adecuadas para la cocina.

            —Estás malgastando árboles —le dijo Lali en un momento dado—. ¿Alguna vez se te ha ocurrido anotar las cosas en el teléfono o llevar una tableta digital?

            —Los Post-it son más rápidos.

            —¿Y por qué no escribes una lista en un papel grande?

            —A veces lo hago. En Post-it Jumbo, esos tamaño gigante.

            Tal vez por lo controlado que era, descubrir una arbitrariedad en él fue un alivio para Lali. Le hubiera gustado aprender más sobre él, encontrar sus debilidades. Enterarse de si ella podía ser una de esas debilidades.

            Sin embargo, no había fisuras en la armadura. Peter la trataba con estudiada cortesía y ella se preguntaba si no habría soñado la escena en la cocina de Artist’s Point.

            Peter le preguntó muchas cosas de su familia y de su abuela. Incluso le preguntó acerca de su abuelo Gus, a quien ella no había conocido y apenas sabía nada, aparte de que había sido piloto durante la guerra y después trabajado como ingeniero en la Boeing. Había muerto de cáncer de pulmón antes de que Lali naciera.

            —Así que era fumador —había dicho Peter en un tono de ligera censura.

            —Creo que en aquella época todo el mundo fumaba —había respondido Lali con pesar—. Upsie me contó que el médico de mi abuelo decía que fumar probablemente era bueno para su estado nervioso.

            A Peter aquello le había interesado bastante.

            —¿Su estado nervioso?

            —Sufría estrés postraumático. Por aquel entonces lo llamaban trauma de guerra. Creo que el abuelo Gus estaba bastante mal. Su avión fue derribado sobre la jungla birmana, detrás de las líneas japonesas. Tuvo que ocultarse un par de días, solo y herido, antes de que pudieran rescatarlo.

            Después de haberle hablado del pasado de su familia, Lali esperaba que Peter hiciera lo mismo. Pero cuando intentó enterarse de más cosas sobre él, haciéndole preguntas sobre el divorcio o sus hermanos o incluso algo como por qué se había dedicado a ser contratista, él se cerró y se volvió distante. Aquello la ponía frenética. Lo único que podía hacer para afrontar sus evasivas era ser paciente, darle ánimos, y esperar que con el tiempo se abriera a ella.

            Lali tenía una tendencia innata a cuidar de la gente. Seguramente aquella era una característica de los Espósito, porque Mery también. A las dos les encantaba acoger a los viajeros cansados o a los huéspedes quemados en la posada, muchos de los cuales estaban pasando por alguno de los interminables problemas inherentes al ser humano. Les resultaba gratificante poder ofrecerles una habitación tranquila, una cama cómoda y un buen desayuno por la mañana. A pesar de que nada de aquello arreglaba los problemas de nadie, era una liberación.

            —¿Nunca te hartas de esto? —le había preguntado un día Mery, guardando los platos limpios mientras Lali preparaba galletas—. De tanto hornear y cocinar y cosas por el estilo.

            —No. —Lali amasó la pasta para las galletas hasta dejarla completamente plana—. ¿Por qué lo preguntas?

            —Por nada. Simplemente intento adivinar lo que te gusta de esto. Ya sabes lo que opino de la cocina. Si no fuera por el microondas, me habría muerto de hambre mucho antes de que empezaras a trabajar aquí.

            Lali había sonreído.

            —Yo me he preguntado lo mismo acerca de tu gusto por practicar jogging e ir en bicicleta. Para mí hacer ejercicio es lo más aburrido del mundo.

            —Estar fuera, en la naturaleza, es diferente cada día. Varía el tiempo, cambia el paisaje, se suceden las estaciones... todo cambia constantemente, mientras que en la cocina... Te he visto preparar galletas un centenar de veces y no es muy emocionante que digamos.

            —Cuando quiero emociones, cambio la forma de las galletas.

            Mery había sonreído.

            Lali cogió moldes de cortar galletas en forma de flor, mariquita y mariposa.

            —Me encanta hacer esto. Me recuerda mi infancia, cuando la mayoría de mis problemas tenían solución con una galleta.

            —Para mí sigue siendo así. No tengo problemas. Bueno, no tengo verdaderos problemas. He aquí la clave de la felicidad: apreciar lo que tienes mientras todavía lo tienes.

            —Yo podría ser más feliz... —dijo Lali pensativa.

            —¿Cómo?

            —Me gustaría tener a alguien especial. Me gustaría saber cómo es enamorarse de verdad.

            —No, no te gustaría. Lo mejor es la soltería. Así eres independiente y puedes vivir aventuras sin que nadie te frene. Puedes hacer lo que te dé la gana. Disfruta de tu libertad, Lali. El mundo es hermoso.

            —La disfruto la mayoría del tiempo, pero a veces la libertad me parece un término que describe no tener a nadie junto a quien acurrucarse el viernes por la noche.

            —No te hace falta estar enamorada para acurrucarte contra alguien.

            —No es lo mismo hacerlo con alguien a quien no amas.

            Mery sonrió.

            —¿Estamos utilizando el término «acurrucarse» metafóricamente? Porque eso me recuerda la necrológica que leí de Ann Landers, donde decía que una de sus columnas más populares fue una encuesta en la que preguntaba si las mujeres escogerían los abrazos o el sexo. Como tres cuartas partes de sus lectoras dijeron que los abrazos. —Hizo una mueca.

            —Tú habrías escogido el sexo —afirmó Lali.

            —Pues claro. Los abrazos están bien durante treinta segundos, pero a partir de ahí son irritantes.

            —¿Irritantes física o emocionalmente?

            —Física y emocionalmente. Y si abrazas a un hombre demasiado a menudo, lo animas a pensar que tienen una relación y eso le da sentido.

            —¿Qué tiene de malo que tenga sentido?

            —Una relación con sentido es lo mismo que una relación seria. Y lo serio es lo contrario de lo divertido. Mi madre mi dijo que la vida debería ser siempre divertida.

            Aunque Lali llevaba años sin ver a la madre de Mery, su tía Marigold, recordaba lo hermosa y excéntrica que había sido. Marigold había educado a su única hija para que fuera un espíritu libre como ella. A veces se llevaba a Mery a fiestas con nombres raros, como la de Beltane o la Reunión de la Vieja Tierra. Preparaba platos de los que Lali no había oído hablar jamás, cosas como pan de aquelarre con miel y limón, pastel del Día de la Marmota o coliflor de la medialuna. Tras visitar a unos parientes lejanos, Mery había vuelto con historias acerca de que había participado en círculos de tambores y rituales en el bosque, a medianoche, bailando a la luz de la luna.

            Lali se preguntaba a menudo por qué Marigold nunca visitaba la posada y por qué ella y Mery parecían prácticamente enemistadas. Cuando había intentado preguntárselo a su prima, esta se había negado rotundamente a hablar del tema.

            —La mayoría de los padres les dicen a sus hijos que la vida no es siempre divertida. ¿Estás segura de que no fue eso lo que te dijo? —se atrevió a sugerir Lali.

            —No. Estoy segura de que debería ser divertida. Por eso la posada es perfecta para mí. Me gusta encontrarme con gente nueva, llegar a conocerla superficialmente y dejar que siga su camino. Esto me aporta un suministro continuo de amistades breves.

            A diferencia de Mery, Lali quería algo duradero en su vida. Le había gustado la estabilidad del matrimonio y el compañerismo, y esperaba volver a casarse algún día. Sin embargo, la próxima vez tendría que escoger con cuidado. Aunque el divorcio de Chris había sido cordial, no quería tener que volver a pasar por algo así de nuevo.


            En cuanto a Peter Lanzani, no era la clase de hombre que encajaba en sus planes. Lali decidió que se centraría en cultivar una amistad con él, nada más. Se conocía lo bastante bien como para estar segura de que no le iban las aventuras fugaces. Tendría que creer a Peter cuando decía que ella no sería capaz de tenerlo como amante. «Debo tener todo el control», le había dicho él con aquella voz aterciopelada. También le había dicho: «Yo no soy agradable.» Se lo había dicho con intención de prevenirla contra él, pero al mismo tiempo había despertado en ella una viva curiosidad por saber a qué se refería.

Continuará...

+10 :)

16 comentarios:

  1. Peter es un mala onda jajaja ojala aparezca alguien para Lali y q Peter se ponga celoso :)

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  2. me encanta quiero mas
    ya extrañaba un nuevo capítulo :D

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  3. Dani tienes algun twitter??? Estoy leyendo tu blogs hace unas semanas aun no he llegado hasta esta historia y queria saber si las demas noves (las antiguas) se pueden descargar de algun lugar plisss... Que solo aparecen para descarga directa las ultimas

    PD: me encantan todas tus historias, tienes mucho talentoooo

    @MaryPazhi

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    1. Mari muchas gracias!!! igual yo no las escribo... solo hago adaptaciones.
      En un rato te paso las noves... :)

      @Fics_Laliter

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  4. Peter siempre poniendo barreras a sus sentimientos.

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  5. Mery ,k equivocada k está.

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  6. Como he echado d menos a Gus ,en este cap.

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  7. La verdad esperaba k Peter se sensibilizara con la historia d Elena y Gus.

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  8. Otrooo, me leiv todos los caps en unas horas y la nove es genial :)

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  9. Lali dale celos a peter que se lo merece!masss plisss uno es muy poco jajaj

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  10. Me encanta, maratón!! Necesito saber que va a pasar!!!

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