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martes, 19 de mayo de 2015

Cap / 10


              Mientras Peter hacía anotaciones en Post-it y las pegaba en hilera sobre la vieja mesa cromada, Lali se acercó a la puerta lateral y la abrió al cobertizo para los coches.

            —Peter —le dijo mirando por la ventana polvorienta—. ¿Es difícil transformar un cobertizo en un garaje?

            —No. La estructura es la misma. Solo tengo que añadirle paredes, aislamiento y una puerta.

            —¿Lo incluirá en el presupuesto, entonces?

            —Claro.

            Cruzaron una mirada y saltaron chispas entre ellos. Haciendo un esfuerzo, Peter volvió a centrarse en el taco de Post-it.

          —Ya puede irse —le dijo—. Voy a tener que quedarme un rato, tomando medidas y sacando algunas fotos. Cerraré cuando me vaya y conseguiré una copia de la llave para usted.

            —Gracias. —Titubeó—. ¿No necesita que me quede y le ayude en algo?

            Peter negó con la cabeza.

            —Solo me estorbaría.

            El fantasma se acercó a la mesa.

            —¡Qué encantador! —le dijo a Peter con fingido asombro—. ¿Ese encanto es natural o requiere práctica?

            Lali también se acercó a la mesa y esperó hasta que Peter irguió la cabeza para mirarla.

            —Quiero... bueno, darle las gracias —le dijo, roja como un tomate.

            —No ha tenido importancia —murmuró Peter.

            —Ha sido muy amable —insistió—. Para devolverle el favor... a lo mejor podría prepararle una cena un día de estos.

            —No hace falta.

            El fantasma parecía disgustado.

            —¿Qué hay de malo en que le permitas que te prepare una cena?

            —No sería ninguna molestia —persistió Lali—. Y yo... no soy mala cocinera. Debería probar mis platos.

            —Deberías probarlos —convino categórico el fantasma.

            Peter lo ignoró y miró a Lali.

            —Tengo una agenda muy apretada.

            El fantasma le habló a Lali, aunque ella no podía oírlo.

            —Lo que quiere decir es que prefiere sentarse solo en algún lado y beber hasta perder el sentido.

            Lali bajó los ojos ante la negativa de Peter.

            —Dentro de un par de días —dijo Peter— me pasaré por la posada con algunos bocetos. Los repasaremos y haremos cambios si hace falta. Después, haré el presupuesto.

            —Venga cualquier día después de la hora del desayuno. Se termina a la diez los días laborables y a las once y media los fines de semana. O... venga pronto y desayune. —Lali acarició la superficie de la mesa cromada con un dedo muy cuidado. Tenía las manos pequeñas pero hábiles y llevaba las uñas pintadas de esmalte transparente—. Me gustan estos muebles de cocina. Ojalá hubiera un modo de restaurarlos.

            —Puede hacerse —dijo Peter—. Basta con pasarles lana de acero y darles unas cuantas capas de pintura de cromo en espray.

            Lali miró la mesa, valorando su estado.

            —Supongo que no vale la pena. Falta una de las sillas.

            —La cuarta está en un rincón del cobertizo —añadió Peter—. No la ha visto porque la tapa mi furgoneta.

            A Lali se le iluminó la cara.

            —¡Oh, qué bien! Entonces vale la pena salvar todo el conjunto. Faltando una pieza, habría sido un intento follado.

            Peter la miró sin entender.

            Ella lo miraba con aquellos ojos oscuros suyos llenos de inocencia.

            —Querrá decir un intento «fallido» —la corrigió procurando no ser irónico.

            —Sí, lo que yo... —Lali se quedó sin palabras cuando cayó en la cuenta del patinazo. La cara se le puso muy colorada—. Tengo que irme —dijo con un hilo de voz. Cogió el bolso y salió de la casa apresuradamente.

            Cerró de un portazo.

            El fantasma se reía a carcajadas, de un modo ensordecedor.

           Peter apoyó ambas manos en la mesa y bajó la cabeza. Estaba tan excitado que no podía mantenerse erguido.

            —No puedo seguir con esto —logró decir.

            —Deberías pedirle para salir —le respondió por fin el fantasma, cuando fue capaz.

            Peter sacudió la cabeza, negando.

            —¿Por qué no?

            —Por las muchas maneras en que puedo herir a una mujer así... —Peter calló, sonriendo débilmente—. Maldita sea. Son innumerables.

            Lali le contó a su prima todo lo sucedido en la casa del lago y Mery no solo se divirtió sino que se rio tanto que estuvo a punto de caerse de la silla.

            —¡Oh, Dios mío! —jadeaba, mientras cogía un pañuelo de papel para secarse las lágrimas. La indignación de Lali no hacía más que empeorar la situación—. Lo siento, cariño. Me río contigo, no de ti.

            —Si te estuvieras riendo conmigo, entonces yo también me reiría —le espetó Lali—. Y no me río, porque en lo único en lo que puedo pensar es en clavarme lo primero que saque del cajón de la cocina más cercano.

            —Ni lo intentes —le dijo Mery, todavía riendo—. Con la suerte que has tenido hoy, resultará ser un sacabocados.

            Lali apoyó la frente en la mesa de la cocina.

            —Me considera la mujer más idiota del mundo. Y yo quería gustarle a toda costa.

            —Estoy segura de que le gustas.

            —No —dijo Lali lastimera—, no le gusto.

            —Entonces algo le falla, porque al resto de los humanos sí. —Mery añadió tras una pausa—: ¿Por qué quieres gustarle?

            Lali levantó la cabeza y apoyó la barbilla en una mano.

            —¿Y si te digo que es porque es guapísimo?

            —Bueno, eso es tremendamente superficial. Me has decepcionado mucho. Cuéntame más.

            Lali sonrió.

            —En realidad no es por su aspecto... aunque está buenísimo.

            —Por no mencionar que es carpintero —comentó Mery—. Quiero decir... todos los carpinteros son atractivos, incluso los feos; pero un carpintero guapo... bueno, es irresistible.

            —Al principio no me atraía tanto, pero cuando mató la araña fue un puntazo.

            —De cajón. Me encantan los hombres que matan bichos.

            —Y luego, cuando estaba flipando y no podía respirar, fue tan... amable. —Lali suspiró y se puso colorada al recordarlo—. Me sujetaba y me hablaba con esa voz... ya sabes, baja y un poco ronca...

            —Todos los Lanzani la tienen así —dijo Mery, reflexionando—. Es como si tuvieran una leve bronquitis. Totalmente sexy.

            A Lali le cayó un rizo sobre los ojos y se lo apartó de un soplido.

            —¿Cuándo fue la última vez que un hombre se fijó en ti como si no hubiera nada más en el mundo? —le preguntó pensativa a su prima—. Como si prestara atención a cada aliento tuyo. Como si intentara absorberte.

            —Nunca me ha pasado —admitió Mery.

            —Pues así ha sido. Y no puedo evitar pensar cómo sería hacerlo con un hombre así, porque siempre que un hombre me ha dicho que me quería, he sabido que lo que quería realmente era marcarse un tanto. Con Chris, aunque era muy dulce y considerado, cuando estábamos... juntos de ese modo... nunca era...

            —¿Intenso?

            Lali asintió con la cabeza.

            —Sin embargo, Peter tiene algo que me induce a pensar... —Se lo pensó mejor y se guardó lo que estaba a punto de decir.

            Los aterciopelados ojos castaños de Mery se ensombrecieron. Estaba preocupada.

            —La, sabes que me encanta divertirme y llevo meses diciéndote que lo que necesitas es salir con alguien, pero Peter no es el adecuado para empezar.

            —¿Sabemos con seguridad que tiene un problema con la bebida?

            —Si tienes que preguntarlo, señal de que lo tiene. Cuando te implicas con alguien así, te estás metiendo en un triángulo amoroso entre tú, él y la botella. Un problema así no te hace falta, sobre todo ahora que vas a asumir la responsabilidad de cuidar de Elena. No intento decirte lo que tienes que hacer, pero... Da igual, te lo digo. Te lo digo claramente: no te líes con Peter. Hay demasiados hombres normales y agradables por ahí a quienes les encantaría estar contigo.

            —¿Los hay? —le preguntó Lali secamente—. ¿Por qué no habré conocido jamás a ninguno?

            —Los intimidas.

            —¡Oh, por favor! Me has visto desgreñada, y cuando engordé tres kilos por Acción de Gracias, y luego, cuando los perdí durante la gripe más espantosa que... no hay razón alguna para que ningún hombre se sienta intimidado por mí.

            —Lali, incluso en tu peor día sigues siendo la clase de mujer de las fantasías masculinas de sexo salvaje.

            —Yo no quiero sexo salvaje —protestó Lali—. Lo único que quiero... —Incapaz de encontrar las palabras, sacudió la cabeza con pesar y se apartó de la cara unos cuantos rizos—. Quiero soluciones —admitió—, no más problemas, y con Peter no voy a tener más que problemas.

            —Sí. Así que deja que yo lo arregle. Conozco a un montón de hombres.

            Lali detestaba las citas a ciegas casi tanto como las arañas. Sonrió, sacudió la cabeza e intentó olvidar la sensación de seguridad que había tenido en brazos de Peter Lanzani. Buscar la seguridad donde no la había era una de sus malas costumbres.

Continuará...

+10 :s 

13 comentarios:

  1. K concepto tiene Mery d él.
    Espero k le fracasen todas las citas.

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  2. Pero Lali se sintió especial con su toque ,y sus caricias.

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  3. Seguro k los compara con Peter.

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  4. Me encanta la sutileza del fantasmita como celestino,Jjajajajaja

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  5. Ni k hablar d Peter excitado ,con un solo abrazo.

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  6. Encima me da lástima como piensa k va a hacerle daño ,x como está él ahora.

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  7. Mery podría estar enamorada d uno d los Lanzani.....y Peter sería su candidato .

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  8. Porfavor que peter deje de beber y empiece a encaminar su vida para que esten juntos con lali

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  9. Me encantaa
    Mass
    El fantasma es lo mas jajaj

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  10. Intimida a los hombres ,y está solita

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