BIENVENID@S - YA PODÉS DESCARGAR EL NUEVO BONUS "El Camino Del Sol" - Twitter @Fics_Laliter - Correo: Ficslaliter123@gmail.com

miércoles, 29 de febrero de 2012

Capítulo 4



Lali luchaba por romper la capa de niebla que envolvía su cerebro, pero murmuró una protesta al abrir los ojos porque no quería saber nada de la realidad. Lo que quería era seguir bajo aquella manta de oscuridad que la protegía.

No había nada para ella una vez despierta… su vida era un agujero negro. Su nombre era lo único que recordaba: Lali. Intentó recordar algo más, buscar alguna respuesta… pero su pasado era como un paisaje yermo.

Capítulo 3



Dos meses después

Peter estaba en su apartamento, pensativo. Debería estar tranquilo ahora que no había ningún problema para su compañía, pero saber por qué no era muy consolador. Suspirando, miró el montón de documentos que tenía frente a él, las noticias en televisión como ruido de fondo.

Su parada en Nueva York iba a ser corta. Al día siguiente se iría a Londres con su hermano Victorio para inaugurar un nuevo hotel de lujo… un hotel que no se habría construido si Lali se hubiera salido con la suya.

Peter sonrió, irónico. El presidente de Lanzani Internacional, manipulado y robado por una mujer.

martes, 28 de febrero de 2012

Capítulo 2



-Peter: No tenemos una relación, La. Yo no tengo relaciones y vos lo sabes. Sos mi amante.
-Lali: ¡¿Tu amante?! —repitió ella, perpleja...

Su novia, la chica con la que estaba saliendo, su pareja… todos eran términos que podría haber usado. ¿Pero amante? ¿Una mujer comprada? De repente, Lali sintió náuseas.
-Lali: ¿Eso es lo que soy para vos?— Peter dejó escapar un suspiro.
-Peter: Siéntate un momento y deja que te prepare una copa. Yo he tenido una semana muy larga y, evidentemente, tú estás disgustada. No es bueno para ninguno de los dos tener esta discusión ahora.

Capítulo 1



Embarazada.

A pesar del calor de aquel día de verano, Lali Espósito sintió un escalofrío en la espalda mientras se dejaba caer sobre el banco del parque, a unas manzanas del departamento que compartía con Peter Lanzani.

Aunque los rayos del sol calentaban sus manos, estaba temblando. A Nico no le haría gracia su repentina desaparición, pensó. Ni a Peter cuando el guardaespaldas le contase. Pero si hubiera ido con él a la consulta del ginecólogo, Peter habría sabido de su embarazo antes de llegar a casa.

domingo, 26 de febrero de 2012

Escoge la siguiente novela!!

Primero quiero darles las GRACIAS por leer mi segunda nove, 
perdoooon pero no tiene epílogo! :(
En el transcurso de esta semana subiré los links para que descarguen las novelas "Enredo" y "Loca por un hombre"

Ahora dejo los argumentos de las siguientes novelas para que ustedes las escogan!... 
coloquen el orden en que quieran que las publique...

viernes, 24 de febrero de 2012

Capítulo Veintiséis



-Lali: Fui secuestrada, me vendaron los ojos y ataron de pies y manos. Me tomaron como rehén, me lastimaron y en un momento estuve segura de que iba morir —entornó los ojos mientras miraba al hombre apoyado en la puerta con la severidad de un ángel acusador— Comprenderás que ha sido un día muy completo. Y ahora estoy cansada y tal vez un poco loca, lo que me puede convertir en alguien peligroso, Lanzani. Así que en tu lugar me marcharía cuanto antes con tu machismo a cuestas.
-Peter: No puede ser, osita. No te dejaré. No hasta que hablemos.
-Lali: Ya hablaste demasiado.
-Peter: Tenes razón, pero no he hecho preguntas. Ahora te hago una. ¿Quieres casarte conmigo?

Contra su voluntad, el corazón de Lali empezó a latir alocadamente en su pecho. En ese momento no quería amarlo, quería estar furiosa con él por pensar que podía volver a su vida, decirle que la amaba y que eso le daba derecho a posesionarse de ella. Sí, era bueno hacerlo sudar un poco.
-Lali: No estoy segura de querer casarme contigo —anunció con los brazos cruzados sobre el pecho— Incluso aunque estuviera embarazada. Ya te lo dije. No estás obligado a nada.
Peter se acercó lentamente a ella. Su mirada era oscura, peligrosa y tan ardiente que Lali sintió que se encendía.
-Peter: Estoy obligado por el amor que siento hacia ti. Este amor que es tan fuerte que me devora por dentro y me obliga a pensar cómo voy a arreglar el lío en que he convertido nuestra relación —declaró al tiempo que la atraía contra su cuerpo— Estoy obligado a hacerte comprender que te he amado desde siempre; pero no sabía qué hacer con ese sentimiento que he intentado combatir, ocultar y que me he obligado a considerar como un error.
Las lágrimas se agolparon en los ojos de Lali mientras el corazón se le esponjaba de amor.
-Lali: ¿Cómo es que el amor puede ser un error?
-Peter: No puede ser. Pero los cretinos como yo a menudo no vemos la verdad que tenemos ante nuestros ojos. Siempre pensé que te habías encaprichado conmigo, pero que un día encontrarías un tipo que te haría feliz y te olvidarías de mí. Sí, necesitabas un hombre cabal, con los pies puestos en la tierra.
-Lali: Sí que sos cretino. Lo que realmente necesito es a ti... siempre te he necesitado a ti.
Con los ojos cerrados, Peter respiró aliviado.
-Peter: Esta vez intentaré hacerlo bien —dijo al tiempo que hincaba una rodilla en tierra, le tomaba las manos y se las besaba— Te amo y siempre te amaré. ¿Quieres convertirme en el hombre más feliz de la tierra haciéndome el honor de casarte conmigo? ¿Quieres acompañarme en la enfermedad y en la salud? ¿Quieres...?
La alegre risa de Lali le cortó el discurso.
-Lali: Oye, mejor será que guardes algo para la ceremonia —dijo.
Peter alzó la vista y ella podría haber jurado que vio lágrimas en esos maravillosos ojos verdes.
-Peter: ¿Eso es un sí?
-Lali: Es un sí. Me casaré contigo, Peter.
Peter le soltó las manos, le rodeó las caderas con los brazos y apoyó la cara en su vientre.
-Peter: Nunca más te haré sufrir. Te quiero demasiado, Lali.
La joven reprimió un sollozo con los dedos enredados entre los cabellos de Peter.
-Lali: Más te vale —dijo entre risas mientras él se ponía en pie y la besaba— Porque no voy a permitir que des marcha atrás, Lanzani. Este es un pacto, ¿lo entendes?
-Peter: No, todavía no lo es. Vamos a sellarlo con algo más que un beso —declaró al tiempo que la llevaba en brazos a la habitación.

Junto a la cama, le quitó la bata rosa y luego contempló su desnudez.
-Peter: Sos hermosa.
-Lali: Hazme sentir viva otra vez —murmuró la joven mientras se tendía en la cama y lo atraía hacia su cuerpo— Hazme olvidar lo que ha sucedido hoy...
La voz se le quebró y en ese momento Peter habría hecho cualquier cosa para hacerle olvidar cuán cerca había estado de la muerte. Quería que pensara sólo en él, en ella misma, y en la vida que los esperaba en el futuro.
Con la frenética ayuda de Lali, muy pronto se encontraron tendidos en la cama, completamente desnudos, piel contra piel, corazón contra corazón.
Lali soltó un gemido al tiempo que abría las piernas para recibirlo en su interior. Cuando Peter la penetró, ella dejó escapar un grito de placer y se aferró a él. Con los brazos, las piernas y la boca, se envolvió en su cuerpo mientras pedía con urgentes susurros que se entregara a ella con todo su ser.

Peter vaciló un segundo porque temía hacerle daño, pero ella alzó las caderas, enlazó las de Peter con las piernas y respondió a sus movimientos con todo su cuerpo. Entonces, para Peter no hubo nada más que ella. La seda de su piel, el aroma de su deseo, el calor de su cuerpo que lo recibían como el alba recibe al sol.

Él se hundió en su cuerpo y ambos se convirtieron en un solo ser con toda la pasión y la gloria de un auténtico acto de amor.

--

-Lali: ¿Así que ya está en la cárcel?? —preguntó, con la cabeza apoyada en el pecho de Peter.
Habían hecho el amor durante horas y en ese momento reposaban uno en brazos del otro.
-Peter: Si. Vico y Pablo se ocuparon del asunto y nos mantendrán informados cualquier cosa.
-Lali: Vico. ¿No crees que Cande y él harían una buena pareja?
-Peter: Mi amor, creo que estos días la mente de Vico está ocupada en cosas más serias que en buscar pareja.
-Lali: Lo sé. Pero creo que sería maravilloso si esos dos salieran juntos.
-Peter: No es mucho lo que nosotros podemos opinar, ¿no te parece?
-Lali: ¿Quieres un hijo, Peter? —preguntó, cambiando de tema al tiempo que lo besaba.
Peter guardó silencio un instante.
-Peter: Hace unos cuantos días ni siquiera sabía si deseaba casarme. Pero, está bien. Si entre ambos podemos hacer una nena bonita como tú... bueno... sí, me encantaría tener un hijo.
Ella volvió a besarlo.
-Lali: Si nos ponemos en acción de inmediato, él o ella tendrá la misma edad que su primo o prima.
-Peter: ¿Qué primo?
-Lali: El bebé de Rochi y Nico.
-Peter: ¿Te refieres a Rose?
-Lali: No, me refiero al bebé que esperan para septiembre.
Peter parpadeó sorprendido.
-Peter: ¿Rochi está embarazada?
-Lali: Sí. ¿No te parece genial?
-Peter: Tu hermano es un hombre de acción.
-Lali: ¿Y no quieres ponerte en acción tú también?
Peter se echó a reír.
-Peter: Te estás tomando en serio el negocio del sexo.
-Lali: Es una forma de resarcirme de todo el tiempo perdido.
Peter se inclinó hacia la boca de la joven.
-Peter: Sí, cometí una tontería al estar tanto tiempo lejos de ti. Te amo, Lali.
-Lali: Lo sé, mi amor. Pero no te preocupes. Nunca voy a permitir que lo olvides.

FIN

Capítulo Veinticinco



Una larga hora más tarde, Cande abrió la puerta del piso de su amiga y dejó entrar a Peter que se quedó un minuto en el vestíbulo contemplando a Lali.

La joven estaba sentada en el sofá de la sala enfundada en una bata rosa y con los cabellos húmedos, como si acabara de salir de la ducha. Nico, sentado junto a ella, parecía una torpe gallina con sus polluelos. Para un hombre tan decidido y seguro de sí mismo, parecía apesadumbrado, impotente y dispuesto a arrancar la cabeza del primero que se atreviera a alterar a su pequeña hermana.

Sólo que no era una pequeña, pensó Peter mientras su mirada se deslizaba por las suaves curvas bajo la bata. Era una mujer. Una mujer cuyo cuerpo conocía íntimamente. Una mujer que había tenido que soportar más de lo que cualquier otra hubiera podido resistir. Peter observó aliviado que las manos que sostenían la jarrita de chocolate caliente ya no temblaban.
-Peter: ¿Cómo está? —preguntó mientras Cande colgaba su chaqueta en un perchero.
-Cande: Es más fuerte de lo que parece —contestó suavemente— Cuando llegué estaba bajo los efectos de la conmoción, pero ahora ya se encuentra mejor. Mejor que Nico, si quieres que te diga la verdad —añadió con una sonrisa compasiva.
-Peter: ¿Él te pidió que vinieras?
-Cande: Sí, me llamó cuando venía camino a casa.
Peter le apretó el brazo.
-Peter: Sos una buena amiga.
-Cande: No lo suficiente, de lo contrario nunca habría permitido que se marchara de la biblioteca con ese idiota.
-Peter: No digas eso. No podrías haberlo sabido. Ninguno de nosotros llegó siquiera a sospecharlo.
Can dejó escapar un hondo suspiro.
-Cande: Esa es la parte más espeluznante de todo esto. Nunca se sabe.

Hacía una hora, Peter había observado cómo Vico, Pablo y los agentes escoltaban a un esposado Benjamín Amadeo al coche policial. Luego lo acomodaron en el asiento trasero mientras el doctor gimoteaba y profería amenazas contra todos ellos. Más tarde, Peter pacientemente se había sometido al interrogatorio del inspector Vincent. Pero todo lo que deseaba era encontrarse junto a la mujer que amaba.

La mujer que amaba. Sí, era cierto, pensó mientras la contemplaba desde el vestíbulo. Estaba furioso consigo mismo por haber tardado tanto tiempo en darse cuenta de que la amaba quizá desde su adolescencia y que casi había tenido que perderla para comprender la verdad. Afortunadamente, no era demasiado tarde para convencerla de que ella también estaba enamorada de él.

Peter entró en la sala de estar. Lali alzó la vista al sentir sus pasos.
-Peter: Hola, osita —saludó con dulzura al tiempo que se acuclillaba ante ella y le cubría las rodillas con las manos.
La joven le sonrió con dificultad, pero con la valentía que Peter siempre había visto en ella.
-Lali: Hola, Rambo —saludó con un suspiro— Recuérdame que nunca intente sacarte de tus casillas.
-Peter: ¿Crees que me puse furioso? —preguntó apretándole los muslos— No, sólo expresé mi opinión.
Ella miró las manos de Peter y pasó un dedo sobre los nudillos magullados.
-Lali: Gracias —susurró con los ojos llenos de lágrimas.

Peter volvió la vista hacia Nico, que le devolvió una mirada indescifrable que muy bien hubiera podido significar: «Quita tus manos de mi hermana, amigo». Aunque no le importó en absoluto. Mantuvo las manos donde estaban con la mirada fija en los ojos de Lali.
-Peter: Quiero hablar con tu hermana, Nico. Y solos.
-Nico: ¿Y qué pasa si me niego?
Peter vio en los ojos de Nico una terca obstinación. Entonces cerró los suyos con un suspiro. Así que habría que dirimir la cuestión por la vía agresiva, pensó al tiempo que se ponía de pie. Nico hizo lo mismo y ambos se enfrentaron con una dura expresión en el rostro.
-Peter: Lo que tengo que hablar con Lali es un asunto que sólo nos concierne a los dos.
-Nico: ¿Y qué es lo que tienes que decir a mi hermana que yo no pueda oír?
Peter supo que iba a perder a su amigo.
-Peter: De acuerdo. Nunca quise que esto sucediera, pero ha sucedido. Lo he combatido con todas mis fuerzas. Pero perdí la batalla. Amo a tu hermana, Nico. Estoy enamorado de ella. Por tanto, si quieres armarla aquí mismo, hazlo. Sin embargo, quiero que sepas que no me voy a defender, así que puedes golpearme a tu gusto, si crees que lo merezco. Pero Lali será mía con o sin tu aprobación.

Y sin más, esperó la respuesta de Nico, preparado para resistir el primer puñetazo.
-Nico: Bueno, pedazo de idiota. Hace años que he esperado que te dieras cuenta de que la amabas, zoquete —dijo finalmente, con una amplia sonrisa.
Peter parpadeó, mudo de asombro.
-Peter: ¿Qué dices?
Nico prorrumpió en una carcajada.
-Nico: Llévatela. Con mis bendiciones. Es tuya. Y espero que desaparezca de sus ojos esa mirada de borregos que se  ponen cada vez que se miran —dijo al tiempo que le ofrecía la diestra. Tras un segundo de vacilación Peter la tomó en la suya y ambos se estrecharon las manos con cálida firmeza.
-Peter: ¿Lo sabías? —preguntó con incredulidad.
Tras un bufido, Nico volvió la mirada a Cande, que sonreía con los ojos empañados.
-Nico: Claro que sí, toda la ciudad lo sabía... excepto ustedes.
Con una sonrisa de oreja a oreja que expresaba su alivio y alegría, Peter se volvió a Lali, que en ese momento se levantaba del sofá.
-Lali: ¿Así que voy a ser tuya? —espetó con rabia.
-Peter: Vamos, osita. No es así, yo...
-Lali: ¿Y tú? —continuó mientras se volvía a su hermano, ignorando a Peter— ¿Me vas a entregar a él? Me entregas a él y luego estrechan la mano como si yo fuera una propiedad que pasa de una manos a otras —dijo con los brazos cruzados sobre el pecho— Bueno, ambos se pueden ir al infierno. Nadie me regala a nadie. Y no seré posesión de nadie hasta que yo quiera serlo. Salgan de aquí. Ambos, antes de que decida manifestar mi opinión sobre las actitudes machistas rompiendo un par de floreros sobre sus duras cabezas.
-Nico: Vaya, vaya... —comentó el hermano, muy divertido.
-Peter: Ya oíste a la dama. Quiere que te marches, Nico.
-Lali: Quiero que ambos se marchen —le recordó Lali.
-Peter: Cande, ¿te importaría conducir a Nico hasta la puerta? —pidió con toda cortesía.
Can dirigió a Lali una sonrisa llena de disculpas antes de tomar el brazo del hermano.
-Cande: Vamos, Nico. Creo que quieren estar solos. Bueno, al menos uno de ellos.
-Peter: Adiós, Cande. Piérdete, Nico —dijo guiándolos a la puerta.
-Nico: Apuesto por ti —se las ingenió para decir antes de que Peter le cerrara la puerta en las narices y Cande le deseara buena suerte.

Luego se quedó con la mirada fija en la puerta mientras organizaba sus pensamientos. Iba a necesitar esa buena suerte.

Continuará…

----------------------------------
En la nocheee el finall!! :)

jueves, 23 de febrero de 2012

Capítulo Veinticuatro



Lali estaba sentada en el duro suelo de cemento. Tenía frío. Le dolían las piernas y las posaderas. Podían haber pasado minutos, horas o incluso días desde la primera llamada de Benjamín a su hermano exigiendo el dinero, y luego la segunda para acordar el lugar de la entrega.

La parte de su cerebro que permanecía alerta y concentrada sabía que había pasado menos de una hora desde que el doctor la había llevado a ese lugar. Y menos de quince minutos desde que Amadeo había hecho la segunda llamada a Nico. La parte de su personalidad que siempre había sido pragmática también sabía que podían ser los últimos momentos de su vida. Amadeo estaba loco. No se hacía la menor ilusión de quedar excluida de la lista de sus víctimas.
Tenía que hacer algo... y pronto. Extrañamente, tal vez a causa de sus ojos vendados, los otros sentidos se habían agudizado. Por ejemplo, podía oír sonidos que en otra ocasión no habría percibido. En ese momento, Benjamín hurgaba en su bolso como una ardilla en busca de avellanas. Por el ruido que hacía, evidentemente había encontrado el caramelo que siempre llevaba en el bolso y se lo estaba comiendo.

Y entonces oyó algo más... sólo el leve indicio de un sonido... y de inmediato se puso a hablar para cubrir lo que rogaba que fuesen sigilosas pisadas que se acercaban a la puerta.

-Lali: Tengo que ir al cuarto de baño —dijo desesperada, en voz muy alta.
-Benja: ¿Y a mí qué? —replicó con una risotada— Dos minutos más y ya no importará para nada lo que tengas que hacer.
-Lali: ¿Vas a matarme, no es así?
-Benja: No es tan difícil llevarse una vida por delante.
Lali tragó saliva con dificultad y se obligó a mantenerlo hablando.
-Lali: ¿Ya has matado a alguien?
-Benja: Contigo no será tan fácil como lo fue con Teo Gorki. Lali, Lali, me temo que no podré administrarte una pequeña inyección para enviarte a las regiones de las que no se regresa jamás. No, va a ser un poco más duro para ti. Desgraciadamente, también lo será para mí.
-Lali: Verás, no tiene por qué ser así —repuso, tragando su terror— Tenemos dinero. Mucho más que medio millón de dólares. Mi hermano está cargado de millones. Y yo tengo un fondo que hará que tu dinero robado parezca calderilla.
-Benja: Yo no robé ese dinero —gritó el doctor, repentinamente furioso— Me lo gané... desde luego que no legalmente. Y tampoco éticamente; pero encontrar compradores deseosos de adoptar un niño requiere una cierta habilidad y sutileza.
-Lali: Repito —replicó— Puedes obtener mucho más por el rescate que te pagará mi hermano si me dejas libre.
Lali oyó el inconfundible sonido de una bala que entraba en la recámara de la pistola.
-Benja: Créeme que lamento un poco lo que voy a hacer —dijo. Lali oyó su pesada respiración cuando se acercaba a ella— Pero el deber, es el...

Un horrible estrépito le cortó el discurso. Un ruido inconfundible de maderas rotas seguido de golpes sordos, como de puñetazos. Luego se produjo un disparo. Con un grito, Lali se ovilló en el suelo antes de protegerse la cabeza con las manos sin saber lo que sucedería a continuación. Su única certeza era que Benjamín y ella ya no estaban solos.

No supo cuánto duró la lucha que se desarrollaba cerca de ella. Cuando algo le golpeó en el brazo, se apretó más contra sí misma con el corazón martilleándole en el pecho. Su mundo se redujo a una horrible sensación de miedo cuando un par de fuertes manos la tomaron de los hombros. Y retrocedió bruscamente intentando evitar el contacto.
-Peter: Lali... todo está bien. Soy Peter. Estás a salvo —dijo mientras le quitaba la venda de los ojos con suavidad.
Al principio la visión fue borrosa debido a la presión de la tela sobre los ojos y las lágrimas de terror, pero ella fue capaz de reconocer finalmente el aroma y la fuerza del hombre que con todo cuidado le ayudaba a ponerse en pie y luego la abrazaba.
-Lali: Peter —le echó los brazos al cuello.
-Peter: Todo termino— Aferrada a él, Lali ocultó la cara empapada en llanto contra el pecho de Peter. Con el rabillo del ojo vio a Amadeo convertido en un desecho humano, ovillado junto a la puerta.
-Lali: El... él iba a... dispararme.
Los brazos de Peter la estrecharon con más fuerza.
-Peter: No si yo podía evitarlo —murmuró con voz temblorosa.

Justo entonces se oyó un aullido de sirenas, luego el brusco chirriar de neumáticos contra la grava de la entrada al corral y finalmente el inconfundible sonido de pasos sobre el suelo cemento.

Peter miró por sobre el hombro y vio que Benjamín se arrastraba hacia la puerta.
-Peter: No irás demasiado lejos —gruñó agarrándolo de la camisa. Luego, lo puso en pie violentamente.
En ese segundo, el doctor demostró que no sólo estaba loco, sino que además era estúpido, porque intentó asestarle un golpe. Y eso fue todo lo que hizo falta para que Peter se pusiera en acción.

Tras doblarle un brazo en la espalda le dio un golpe en el estómago, y cuando Benjamín se dobló en dos con un gemido, le propinó un puñetazo en la mandíbula. Con un quejido, el doctor trastabilló hasta quedar contra la pared y Peter se abalanzó sobre él.
-Peter: Eso fue por tocarla, bastardo demente —exclamó al tiempo que le abofeteaba la cara— Y esto es por hacerle daño —añadió con un puñetazo en la mandíbula— Y esto es por asustarla.
En ese instante Nico entró corriendo, lanzó una mirada a Lali y luego la estrechó entre sus brazos. Vico y Pablo le pisaban los talones y tuvieron que encargarse de la deplorable tarea de arrancar a Amadeo de las manos de Peter antes de que le asestara otro golpe y lo dejara convertido en un guiñapo sanguinolento.
Vico le aferró el brazo izquierdo y Pablo el derecho.
-Vico: Basta Peter
-Pablo: Deja algo de su cuerpo en condiciones para que la policía pueda encarcelado
Los hombres se relajaron un tanto al ver que Peter pareció reconocer que se le había ido la mano.
-Peter: Estoy bien —dijo al tiempo que se liberaba de ellos y luego se frotaba el mentón con unos nudillos hinchados— Estoy bien.
En ese momento entró el jefe de policía, Vincent, y sus hombres con las armas desenfundadas.
-Peter: Me alegro que hayan venido
-Vico: Nos pusimos en marcha tan pronto nos avisaste que habías localizado el coche de ese cretino —informó con una sonrisa— Además... quisimos darte un poco de tiempo para que jugaras al héroe.
-Banja: No podrán acusarme de nada —gimoteó desde el suelo. A través de las magulladuras, ojos hinchados y labios sangrantes lanzó una mirada de odio primero a Peter y luego a Pablo— Los voy a demandar por maltrato de palabra y obra. Quedaré libre en menos de veinticuatro horas y veremos cómo se van a sentir, héroes de pacotilla.
-Vico: No te hagas ilusiones —replicó— Llévatelo de aquí, Vincent.
-Peter: ¿Por qué no me dejan ayudaros? —sugirió a los dos agentes que habían entrado con el inspector.
-Vico: Creo que tu trabajo aquí ha terminado, Peter. Yo haré los honores. Por lo demás, alguien necesita tu atención.
Bruscamente, Pablo puso a Benjamín en pie y lo empujó hacia los agentes.
-Pablo: Vamos, cretino, tu fiesta acaba de comenzar.

Peter se volvió a Lali, que temblaba en brazos de Nico.

Sed de sangre. Nunca había sabido lo que era eso. Hasta el instante en que deseó la sangre de Benjamín por lo que había hecho a Lali. Cuando se acercaba a ella, Peter se detuvo al oír la voz del jefe de policía.
-Vincent: Necesito hablar contigo, Lanzani.
-Peter: Desde luego, ¿qué quiere saber, inspector? —preguntó con los ojos puestos en Lali.
Vincent sacó un bloc de notas del bolsillo de la chaqueta.
-Vincent: ¿Por qué no empiezas desde el principio, hijo? También tendré que interrogar a Lali —dijo al ver que Nico se dirigía a la puerta con un brazo sobre los hombros de la joven.
—Mañana —respondieron Nico y Peter al unísono— La llevo a casa —informó el hermano al inspector con una mirada tan decidida que el policía asintió a regañadientes.
-Vincent: Lali, mañana pasaré por tu casa si te viene bien.
-Lali: Sí, estaré bien, inspector.

Continuará…

Capítulo Veintitrés



Aunque alguna vez en su vida Peter se había sentido desamparado e impotente, nunca había experimentado esa sensación con tal angustiosa intensidad como cuando Nico le había llamado a él y a otros dos miembros del Club de Ganaderos implicados en el caso de Rocío.

Benjamín Amadeo, el hombre que todos pensaban que era Teo Gorki, el hombre que había intentado asesinar a Rochi y robarle a su hija, había secuestrado a Lali y la mantenía como rehén.

Lali. La niña que él había visto convertirse en una hermosa mujer. La mujer que había deseado y al mismo tiempo alejado de él. La mujer con la que finalmente había vivido una increíble noche de amor. Posiblemente, la mujer de la que se había enamorado.

-Nico: Volvamos al principio otra vez —pidió en una sala de reuniones privadas situada en la parte trasera del Club. En ese momento compartían la mesa de conferencias con Vico y Pablo.

Pablo intercambió con Vico una elocuente mirada que traducía los sombríos pensamientos de los cuatro hombres. Amadeo había secuestrado a Lali y luego se había comunicado con Travis , pidiendo la devolución del medio millón de dólares, que los hombres habían encontrado en la bolsa de pañales, la noche en que Rochi con su bebé en brazos literalmente se había desplomado ante ellos en el Royal Diner. Amadeo exigía el dinero a cambio de la vida de Lali. En ese momento, Nico esperaba otra llamada de Benjamín en la que le indicaría cuándo y dónde dejar el dinero.

-Pablo: El bastardo siente una auténtica predilección por traficar con vidas humanas —comentó en voz alta.
Con el ceño fruncido, Vico se pasó una mano por el mentón.
-Vico: Alguien que se dedica al robo y a la venta de recién nacidos no es más que un pervertido.
-Pablo: Y no tiene la menor intención de dejar a Lali con vida —apuntó con gravedad, mirando a Nico y a Peter— Lo comprenden, ¿verdad?

«Demasiado bien» pensó Peter al tiempo que se levantaba de la mesa y se ponía a pasear por la sala, fuera de sí de rabia y preocupación.
-Peter: Vuelve a repetir lo que dijo —pidió a Nico.
Nico respiró una gran bocanada de aire, cerró los ojos e intentó concentrarse.
-Nico: Dijo que él le había vendado los ojos, que no sabía dónde estaba. Dijo... dijo: «Nico, te quiero» —murmuró, y se detuvo a causa de la emoción que se le anudaba en la garganta— Y luego dijo algo... algo como... «Recuerda Forth Worth» —añadió, finalmente.
-Peter: ¿Forth Worth? —inquirió al tiempo que se inclinaba con las manos sobre la mesa, frente a Nico— Intentaba decirte alguna cosa. ¿Ese lugar significa algo para ti?
Desconcertado, Nico negó con la cabeza.
-Nico: Vacaciones. A veces solíamos ir de vacaciones con nuestros padres a Forth Worth. Pero eso no me dice nada. Está claro que no pudo haberla llevado tan lejos. Cuando hablé con Cande dijo que hacía una hora que se habían marchado de la biblioteca.
Peter reanudó su paseo por la habitación.
-Vico: ¿Qué hacíais en las vacaciones? —preguntó intentando hallar una pista que ayudara a localizar a Lali antes de que fuera demasiado tarde.
-Nico: La mayor parte del tiempo íbamos a la feria de ganado. Espera... —Travis se paró en seco— Ahora recuerdo que cuando le pregunté si se encontraba bien, dijo que... era dura... algo así como que provenía de una... buena raza.
-Peter: Forth Worth, feria de ganado. De buena raza. Ganado —repitió meditabundo. De pronto profirió un juramento y se precipitó hacia la puerta— Nos puso la información en bandeja. Amadeo la retiene en ese corral para el ganado que está en las afueras de la ciudad, actualmente abandonado.

Vico se acercó a él y le aferró un brazo. Luego lo soltó al ver la resolución reflejada en los ojos de su amigo.
-Vico: Mira, hombre. No podes ir allá de buenas a primeras, sin estar preparado. Ni siquiera sabes con seguridad si ése es el lugar donde el tipo la mantiene retenida.
-Peter: Tampoco me consta que no esté allí —replicó al tiempo que miraba a Nico por encima del hombro— Cuando Amadeo vuelva a llamar para arreglar lo del intercambio, intenta entretenerlo para ganar tiempo. Si por casualidad te enteras de que está en otro lugar, llámame al móvil. Por el momento deja a Vincent fuera del asunto. No quiero que los coches de la policía de Royal irrumpan por allí con sus escandalosas sirenas y lo asusten de tal manera que se vea empujado a hacer algo verdaderamente estúpido —dijo antes de marcharse precipitadamente.

Los tres hombres intercambiaron miradas de preocupación, pero ninguno intentó detenerlo. Si tenía razón, ésa podría ser la mejor opción para rescatar a Lali sana y salva. Y si se equivocaba, volverían a estar como al principio y la vida de Lali ya no valdría un pimiento.
-Vico: Voy a avisar a David y a Clint para que se mantengan alertas —dijo al tiempo que echaba mano de su móvil.
Pablo puso una mano en el hombro de Nico.
-Pablo: Ahora nos toca esperar.
-Nico: Sí —dijo con la mirada fija en su móvil— Lo único que nos queda es esperar.

Continuará…
---------------------------
En la noche les dejo otroo. Chicas solo faltan tres capitulos para el final!!! :O
el sábado empieza la nueva nove!... quieren una nove triste :(   feliz :)   dramática ='/ 
graciosa :D ?? bueno luego nos ocupados de escoger jiji. Ahora disfruten de esta que se acaba!

Besotesss a todasss! 

miércoles, 22 de febrero de 2012

Capítulo Veintidós



Estaba loco. Lali llegó a esa conclusión sentada en el suelo en un rincón de un recinto frío, húmedo y vacío a juzgar por la resonancia de los ruidos. Tenía que ser un almacén o un garaje, aunque no estaba segura. Cuando Amadeo la hizo entrar en su coche, de inmediato la maniató, le vendó los ojos y luego puso en marcha el vehículo.

Las preguntas de Lali no la habían llevado a ninguna parte. El nombre de Rocío era lo único que había sacado en limpio. Rocío y Benjamín Amadeo. Lali recordó que una vez había oído por casualidad una conversación entre Rochi y Nico. Así fue como se enteró de que Amadeo era el médico de Chicago que había intentado robar a la pequeña Rose. Lo que no comprendía era cómo calzaba ella en todo ese asunto.

Pese a su miedo, Lali intentó concentrarse. Dedujo que habían viajado unos veinte minutos hasta que finalmente el doctor estacionó frente al almacén, o lo que fuera, y la sacó a rastras del coche. Tras cerrar unas pesadas puertas, Benjamín la había conducido por un laberinto de pasillos y angostas escaleras. Sí, tenía que ser un almacén y abandonado, Lali dedujo a causa del frío reinante. Sin embargo, allí había un olor que de algún modo le era familiar, pero no pudo reconocerlo.

-Benja: Levántate —ordenó bruscamente. A duras penas Lali pudo ponerse en pie— Vamos a sostener una pequeña charla con tu hermano. Todo lo que tienes que decirle es que estás bien y que debe hacer lo que yo le diga o si no te mataré. ¿Queda claro? —preguntó. Ella asintió con la cabeza, el corazón martilleando en su pecho— ¿Cuál es el número de su teléfono móvil?
-Lali: No... no lo sé —tragó saliva— Está en la agenda de mi móvil, pero no recuerdo del número —balbuceó. Benjamín profirió un juramento— Está en mi bolso. El móvil está en mi bolso —la joven se apresuró a decir.
Luego oyó cómo caían objetos al suelo mientras él rebuscaba en el bolso.
-Benja: ¿Cómo se accede a tu agenda? —preguntó finalmente, y Lali dedujo que había encontrado el aparato.
Tuvo que hacer un gran esfuerzo para recordar y finalmente lo hizo.

Luego oyó cómo presionaba los botones y esperó sin decidirse a respirar de alivio o de miedo cuando pareció que el doctor se comunicaba con Nico. A esa altura, solamente sabía una cosa. Benjamín Amadeo no tenía intención de dejarla con vida. Incluso, aunque Nico fuera a rescatarla, no había ni una sola razón para que le perdonara la vida.

Extrañamente, no estaba tan afligida por sí misma como por Nico y Peter. Ellos se sentirían responsables durante el resto de sus vidas si le sucedía algo.

Y nunca le había dicho a Peter que lo amaba. Ese pensamiento le hizo decidir que no se iba a encoger como un animal asustado y dejar que la matara sin más. ¡Animal! ¡Claro que sí! Ese era el olor que había sentido al entrar al recinto. Un olor mezclado al del polvo y sustancias antisépticas que al principio no había sido capaz de reconocer. Y en ese momento Lali supo dónde se encontraba.

--
 
Nico iba en su coche a una reunión del Club de Ganaderos cuando sonó su móvil. Al mirar la pequeña pantalla descubrió que era una llamada de Lali.
-Nico: Hola, osita. ¿Qué hay? —saludó alegremente.
-Benja: Tengo algo que aprecias mucho, Espósito.
-Nico: ¿Quién habla? —preguntó con el ramalazo de un inquietante presagio.
-Benja: Benjamín Amadeo.
La inquietud se transformó en pánico.
-Nico: ¿Qué diablos...?
-Benja: Cállate y escúchame. Es cierto lo que te digo. Tengo algo que tú quieres y tú tienes algo que yo quiero. He secuestrado a tu hermana...
-Nico: ¡Hijo de...!
-Benja: Sí, sé que sos un duro, pero ahora el control está en mis manos. Si quieres que te la devuelva con vida, harás exactamente lo que te digo. Y sin preguntas, ¿queda claro?
-Nico: Quiero hablar con ella —pidió, consciente del sudor frío que corría por su espalda.
Entonces oyó un grito ahogado que casi le destrozó el corazón.
-Lali: Nico... —dijo con voz temblorosa.
-Nico: La. Oh, Dios, osita. ¿Qué te ha hecho?
-Lali: Nada. Estoy... estoy bien. Soy... soy dura. Sabes que soy de buena... raza.
El corazón se estrujó en el pecho del hermano al oír esa bravata.
-Nico: ¿Cómo estás?
-Lali: Teo... quiero decir, Benjamín... me vendó los ojos. Nico... te quiero. Nunca dejes de recordar... Forth Worth... — Benjamín le arrebató el teléfono.
-Benja: Muy conmovedor; pero ahora vamos a lo nuestro, Espósito. Ya lo sabes... ella morirá si no obedeces mis instrucciones al pie de la letra.
-Nico: Si sufre la más leve magulladura...
-Benja: ¡No me vengas con un ultimátum! ¡No estás en condiciones! Otra palabra y no la volverás a ver viva —chilló. Nico se mordió la lengua y se juró que destrozaría a ese bastardo cuando diera con él. Si es que lo encontraba. Pero hasta ese momento no tenía más alternativa que seguirle el juego— Así está mejor. Escucha, Espósito, esto es lo que tenes que hacer...

Continuará…

Capítulo Veintiuno



Además de ser una buena amiga, Candela Vetrano sabía escuchar. Y evidentemente Lali necesitaba ambas cosas, pensó al verla entrar en la biblioteca al día siguiente por la tarde, poco antes del cierre. Tras echarle una mirada, Cande la llevó a su despacho y le ofreció su propio asiento ante el escritorio.
-Cande: ¿Qué sucede? —preguntó con suavidad al tiempo que se apoyaba en el borde de la mesa.
Al ver su cálida mirada, Lali sacó fuera todo su tormento. Y empezó por el principio. Le habló de los sentimientos hacia Peter que albergaba desde la niñez, de su decisión de entablar una relación seria con Teo y todo lo que había sucedido posteriormente, incluida la noche que había pasado con Peter. Y la desastrosa mañana siguiente.
-Cande: ¡Oh, no!. Peter no puede haber dicho eso
-Lali: No sólo lo dijo, sino que estaba decidido a llevar a cabo su decisión. El pelmazo... Con una cara de mártir, como si yo me pudiera sentir cómoda haciendo el papel de la bola atada a su cuello con una cadena.
-Cande: No, cariño... él nunca pensaría así de ti.
-Lali: Pero yo sí —replicó al tiempo que movía la cabeza de un lado a otro— ¿Qué pasa con nosotras, Can? Creo que no pedimos demasiado. ¿Por qué no tenemos lo que se necesita para atraer a un buen hombre que nos adore y nos haga sentir como unas diosas sensuales?
-Cande: Oye —con la intención de levantar el ánimo de su amiga— Ya no somos «nosotras». Ahora soy la única virgen ya que...
-Lali: ¿Ya que Peter me ha desflorado? Sí, no te asombres, ésa es la palabra que él utilizaría con su moral tan victoriana.
-Cande: ¿Estamos hablando del mismo Peter Lanzani?
-Lali: Sí, ya lo sé. Dada su reputación con las mujeres: es un poco difícil de creer, ¿verdad?
-Cande: Tal vez él ha actuado así porque se trata de ti... porque eres alguien especial para él.
-Lali: Sí, muy especial —dijo con un cansado suspiro.
-Cande: Así que... —bajó la voz mirándola con abierta curiosidad— Bueno, tú sabes.... el sexo. ¿Cómo fue?
¿Cómo fue? Lali dejó que los recuerdos la llevaran hasta la noche anterior y sintió que los huesos se le derretían.
-Lali: Increíble —admitió y al instante una oleada de deseo se abrió paso entre la rabia y la desilusión.
-Cande: ¿Sí?
Justo en ese momento la puerta se abrió de par en par. Teo Gorki entró precipitadamente
-Teo: Lali —dijo con alivio— Gracias a Dios, por fin te encuentro.
-Lali: Creí que no teníamos nada que decirnos, Teo.
El doctor fijó la vista en Cande, que lo miraba con un desdén apenas disimulado.
-Teo: ¿Te importaría dejarnos solos un momento? —preguntó con su sonrisa más encantadora— Sé que esto es imperdonable, pero quiero discutir algo en privado con Lali.
Cande lanzó a la joven una mirada interrogativa.
-Lali: Está bien, Can. Teo y yo tenemos que liquidar un asunto. No tardaré más que unos minutos.
-Cande: Estaré en la habitación de al lado —dijo con inquietud en tanto se preguntaba si sería prudente dejarla a solas con Teo.
-Lali: Vamos a intentar que esto sea fácil para ambos, ¿de acuerdo? —dijo cuando Cande cerró la puerta tras de sí— Me equivoqué contigo. No correspondes a la imagen que me había forjado de ti. Y no tengo nada más que decir —declaró al tiempo que se levantaba del escritorio y se dirigía hacia la puerta.
-Teo: Vos no vas a ninguna parte!!
Ante esas palabras cargadas de rencor, Lali se quedó helada de asombro, pensando que su imaginación le jugaba una mala pasada. Pero entonces vio el odio que brillaba en sus ojos.
¿Quién era esa persona? Cómo pudo haber pensado que podría ser alguien especial para ella?

De pronto, se sintió asustada
-Lali: Adiós, Teo.
-Teo: He dicho que tú no vas a ninguna parte —dijo al tiempo que le aferraba el brazo cuando intentó pasar por su lado.
«Muy bien», pensó al ver la aguda mezcla de dolor y conmoción en la cara de la joven. Y también vio el miedo en sus ojos. Y le gustó. No había pensado ser duro con ella, al menos no todavía. Había planeado hacerla entrar en razón de una forma más civilizada a fin de volver a ganar su confianza para acceder a Rocío y finalmente al dinero a través del hermano. Pero su actitud de «Doña Perfecta» fue la gota que colmó el vaso, y perdió la compostura.
-Lali: Quítame la mano de encima.
-Teo: Pongamos las cosas claras. El que da las órdenes aquí soy yo, no tú —amenazó al tiempo que sacaba del bolsillo de la chaqueta una pistola que le había procurado Jason Carter. La sensación de poder que sintió cuando ella emitió un grito ahogado— No se te ocurra pedir ayuda o escapar porque si lo haces, prometo que tu amiga y todos los que están cerca de ti no saldrán vivos de ésta. ¿Queda claro? —sentenció al tiempo que le tiraba el brazo con tanta fuerza que Lali hizo una mueca de dolor.
-Lali: Sí —murmuró finalmente— Ni gritar, ni escapar. Está claro.
-Teo: Porque sabes quiénes van a pagar las consecuencias si lo haces, ¿no es así?
-Lali: Sí, Teo, lo sé... Pero, no comprendo por qué haces esto.
-Teo: No me llamo Teo. Soy Benjamín Amadeo y lo único que necesitas saber es que si me encuentro en este maldito pueblo y en esta situación es gracias a tu futura cuñada que ha convertido mi vida en un problema.
-Lali: ¿Qué tiene Roc...? Espera... ¿Amadeo? Pero Benjamín Amadeo es el médico que...
-Benja: Sé quién soy —gruñó en tanto luchaba por controlar su creciente histeria— Todos son tan simplones...

Sí un hato de crédulos. Pero también estaría tan muerto como había dejado a Gorki si no conseguía el dinero cuanto antes. La llamada telefónica de sus acreedores de Atlantic City, la noche anterior, había sido muy clara respecto a lo que le pasaría si no pagaba en el plazo de veinticuatro horas. El doctor ignoraba cómo habían dado con su paradero. Pero el hecho de que lo hubieran logrado era un claro indicio del peligro en que se encontraba.

Hasta hacía menos de una hora, todavía contaba con que Stokes y Carter recuperarían el dinero que Rocío se había llevado. Pero Tommy Stokes lo había llamado para informarle de la situación. El doctor llegó a la conclusión que Carter y él habían hecho tal chapuza en su intento de rescatar el dinero guardado en el Club de Ganaderos que en ese momento Carter estaba en la cárcel y Stokes, después de haber mandado al diablo el trabajo encomendado, se había largado de la ciudad con destino desconocido.

Así que Lali Espósito era su último recurso. El gran hermano llegaría corriendo con el dinero si quería volver a ver a su hermana con vida. Desde luego que tendría que deshacerse de ella sin miramientos, pero Nicolás Espósito debía saberlo cuando ya fuera demasiado tarde.
-Benja: Vamos —dijo al tiempo que metía la pistola en el bolsillo y se colocaba junto a ella de modo que el cañón del arma quedara a la altura de sus costillas— Sígueme y si alguien pregunta algo, le dirás que hemos decidido ir a tomarnos un café, ¿queda claro? —preguntó. Lali asintió con un sobresalto— La vida de tu amiga depende de tu capacidad de convicción —le recordó antes de empujarla hacia la puerta del despacho.

Continuará…

---------------------------------
Mas tarde les subo otrooo!!....

martes, 21 de febrero de 2012

Capítulo Veinte



Cuando dejó la cama de Peter esa mañana, Lali se sentía lánguida y complacida en su nuevo estado de mujer con experiencia. Con una sonrisa se desperezó y entonces se dio cuenta de que su ropa estaba en la sala de estar.

Sin embargo era un largo camino a recorrer como Dios la había echado al mundo, incluso tras la noche más increíble de su vida. Aunque no debía sentir timidez... no después de todo lo que habían compartido, de todo lo que habían hecho. Pero Peter podía aparecer en cualquier momento, y aunque conociera su cuerpo más íntimamente que ella misma, sintió que una onda de rubor le calentaba la piel.

Así que sacó del armario la primera camisa que encontró. Mientras se la ponía pensó en su melena en desorden, pero en ese instante lo único que le importaba era verlo antes de que se marchara a sus tareas del día. Necesitaba mirar su rostro, sus ojos, y ver en ellos el mismo amor y anhelo que sentía por él.

Así que cuando entró en la cocina y lo vio de pie junto a la ventana, su corazón brincó como siempre lo había hecho durante años cada vez que lo veía. Sólo que en ese momento sabía a qué se debía esa emoción. Él era su amante. Y le había hecho vivir sensaciones nunca soñadas anteriormente.

Algo tuvo que haber alertado a Peter de su persona porque sus hombros se tensaron al dejar la jarrita de café en el mostrador. Cuando se volvió, ella sonreía con una mezcla de dulce anticipación y la incertidumbre de la mañana siguiente. Y la incertidumbre aumentó al ver que el apuesto rostro de Peter era una máscara que ocultaba emociones indescifrables. Lali se llevó la mano a los cabellos, repentinamente nerviosa sin saber por qué.

Hasta que él habló.
-Peter: Tendremos que casarnos.
Era un rostro que ex presaba una desolada resolución, absolutamente carente de amor.
-Lali: ¿Perdón?
Peter tragó saliva con dificultad, los ojos fijos en algún punto de la pared, más allá de ella.
-Peter: Tenemos que casarnos —repitió con ceñuda determinación.
Ella movió la cabeza de un lado a otro.
-Lali: ¿De qué hablas? —inquirió. «Te amo. Quiero casarme contigo. He sido un tonto al haber negado mis sentimientos durante tanto tiempo». «¿Por qué no dices algo como eso?», pensó la joven. Pero él no dijo ninguna de esas palabras. De hecho, no dijo nada. Toda la suavidad que Lali había sentido en su interior, de pronto se endureció. Y la parte optimista de su ser que había pensado en un romance y en un feliz desenlace, cayó derrotada— ¿Tendremos? ¿Tendremos que casarnos? —repitió. Y repentinamente se hizo la luz en su mente.

Había creído que Peter había hecho el amor con ella porque la amaba. Sin embargo, la triste verdad era que práctica mente lo había forzado a hacerlo. Había llorado encima de él. Y para un hombre como Peter, que no podía soportar que nadie sufriera, fue como una abierta invitación para consolarla de la mejor manera que sabía. Y actuó como cualquier hombre hubiera hecho ante una mujer que lloriqueaba. Impotente frente a su dolor, dio rienda suelta a su necesidad física pensando que era la mejor solución. Sí, había disipado su tristeza con sexo.

Pero en ese momento se sentía culpable, con una expresión de mártir. Tendrían que casarse. No porque la amara, sino porque la había arruinado. No podía creer en su constante estupidez respecto a ese hombre. No, no volvería a humillarse. Esa vez no habría lágrimas.
-Lali: No hace falta hacer nada —declaró con firmeza al tiempo que se precipitaba fuera de la cocina.
Tenía que marcharse de ahí cuanto antes.
Estaba buscando su ropa cuando él entró en la sala de estar.
-Peter: Lali, escúchame.
-Lali: Estoy cansada de hacerlo —replicó al tiempo que se subía la cremallera de los tejanos y luego empezaba a ponerse las botas— No voy a ser tu último sacrificio, Pedro —anunció mientras se abotonaba la blusa— Y no te preocupes. No iré con chismes al hermano mayor. Podrás escapar de él sin daño.

Peter sostuvo la puerta antes de que ella la golpeara tras de sí y le agarró el brazo.
-Peter: Lali...
-Lali: Mira —dijo enfrentándose a él— anoche te puse en una situación difícil. Nunca debí haber venido a tu casa. Pero, acabaste haciéndome un gran favor, ¿de acuerdo? Así que arregla esa cara. Actuaste como un profesional. Ninguna chica habría podido pedir más en su primera vez. Gracias por el revolcón, Peter. Estuviste increíble.
Lali luchaba para contener las lágrimas cuando él la sacudió aferrándole los brazos.
-Peter: ¡Para! ¡Para ahí! Las cosas no fueron así y tú lo sabes.
-Lali: Bueno, ¿y cómo fueron? —inquirió con la mirada fija en sus ojos— ¿Quieres casarte conmigo porque me amas? ¿Es eso lo que intentas decir? —añadió. Una pequeña parte de sí misma, esa parte soñadora, estúpida e infantil, todavía esperaba que dijera que la amaba. Pero él no lo hizo. Muy pálido, desvió la mirada. Y a Lali le dolió en lo más hondo de su ser. De pronto se sintió muy fatigada— ¿Queres dejarme marchar con el poco de dignidad que me queda?
Apesadumbrado, Peter exhaló una bocanada de aire.
-Peter: No lo entiendes. No utilicé ninguna protección. Podríamos haber concebido un bebé —dijo con suavidad.
Sus palabras fueron como un cuchillo que le hirió el corazón. Así que también se trataba de eso. «Haz lo que sea correcto». El viejo credo del Club de los Incurables Machistas. La culpa le había impulsado a proponerle matrimonio, si eso podría considerarse una proposición...
-Lali: Sí, es posible —alzó la barbilla— Me encantaría tener un hijo. Pero no criaré un niño con alguien que no me ama. Y ahora déjame marchar, por favor.

Peter se quedó inmóvil durante un largo instante antes de soltarle los brazos. Sin esperar más réplicas, Lali subió a su coche y se marchó.

Continuará…

----------------------------
Ahí les dejo el cap!!... un poquito tarde pero buenoooo...
-VOLVIÓ NOVELA "Te Vi Venir" Faty una genia escribiendo! 
-NUEVA NOVELA " El Error De Mi Vida"

Besotesss :P 

Capítulo Diecinueve



Con los ojos cerrados, Peter saboreó el momento después. Lali era tan suave, sus cabellos, sus suspiros, sus hermosos pechos, la delicada piel de su vientre, que sin quejarse sostenía el peso de las caderas masculinas, mientras le acariciaba suavemente la espalda con la yemas de los dedos. Mientras yacían en la oscuridad respirando al unísono, Peter supo que había muchas cosas que debería sentir. La primera de todas era la culpa. Acababa de robar la inocencia de alguien que estimaba... Acababa de traicionar la confianza de su mejor amigo.

Pero el daño estaba hecho.

Peter la llevó en brazos hasta su cama. Habría mucho tiempo para culparse a la mañana siguiente. Y esa noche todavía quedaban muchas horas.
 
Tendida en la cama de Peter, Lali sonrió al techo de la habitación. No podía dejar de hacerlo. Finalmente había perdido su virginidad. La experiencia había sido gloriosa. Y había sido él quien la había hecho tan maravillosa.

Dos veces.

Lali volvió la cabeza en la almohada. Junto a ella, Peter dormía boca abajo, las caderas cubiertas con la sábana. Lali encogió las piernas al sentir un leve dolor ya familiar; el dolor que había provocado el amor apasionado. Se suponía que debía estar exhausta, pero no era así. Se sentía con renovadas energías y renovado deseo de él. Deseaba experimentar más y más. Aprender todo aquello que a él le complacía, que lo excitaba. Mientras lo contemplaba, Lali pensó que no había nada en él que no le fascinara. Su piel era tan suave y bronceada... y bajo esa piel había músculos que se contraían cuando ella desplazaba la mano sobre su cuerpo.

-Peter: Te gusta lo que ves, ¿no es cierto?— Lali descubrió que Peter la miraba con un ojo abierto.
-Lali: Ahora me gusta más —dijo al tiempo que bajaba la sábana y empezaba a acariciarle los muslos hasta la curva de los glúteos.
-Peter: Estás jugando con fuego.
-Lali: ¿De veras? Bueno, al menos hay una buena manguera para apagarlo, ¿no te parece?
De inmediato se llevó las manos a la boca, y sonrojada hasta la raíz de los cabellos, se tendió de espaldas y se tapó la cabeza con la sábana. La cama se estremeció con risas de Peter mientras intentaba descubrirle la cara.
-Lali: No puedo creer lo que acabo de decir, me siento avergonzada. No me molestes —dijo mortificada, sin soltar la sábana.
Sobre la sábana, el índice de Peter empezó a hacer círculos sobre su ombligo.
-Peter: Si sales de ahí... te dejaré jugar con la manguera.
Al oír su chillido escandalizado, él prorrumpió en carcajadas. Era contagioso. Lali reía cuando bajó la sábana dejando los pechos al descubierto Te hace falta un poco más de práctica, ¿no es así? —dijo Peter al tiempo que la besaba y le cubría una cadera con su poderoso muslo.
-Lali: Creo que nunca tendré suficiente práctica —murmuró, abrazándolo.
-Peter: Tienes suerte —sonrió sobre su boca— Soy un instructor muy paciente.
-Lali: Sí que tengo suerte —dijo ella dijo ella antes de que él abriera sus labios con la lengua.

Lali no pudo imaginar algo mejor que los labios de Peter sobre su boca, sus pechos, su vientre. Y cuando adivinó sus intenciones, abrió los ojos desmesuradamente. Un tanto conmocionada, cerró las piernas con fuerza.
-Peter: Déjame —murmuró suavemente, los labios contra la sedosa piel del interior de los muslos. Y entonces le enseñó la verdadera magia de su boca. Con suave dedicación la lengua de Peter exploró la sedosa humedad de su secreto y la introdujo en la maravillosa emoción de verse amada generosamente por un hombre.
 
Peter contemplaba embelesado la belleza del arrebol cuando el sol empezaba emerger en el cielo. Vestido con sus vaqueros, camisa de franela y botas, miraba por la ventana de la cocina. Su mente estaba llena de imágenes de Lali. Sus sentidos estaban llenos de sensaciones de su cuerpo, de los sonidos que emitía al hacer el amor, su desinhibida naturalidad al descubrir su propia sensualidad.

Todo lo sucedido la noche anterior a Peter le parecía increíble. Todo lo relacionado con ella le parecía maravilloso.
Y todo había sido un error. Con las mandíbulas apretadas y tras proferir una blasfemia, se culpó mientras se llamaba estúpido, más que estúpido.

Nunca debió haber iniciado nada con ella; pero una vez hecho, fue incapaz de detenerse a tiempo. Una chica inexperta, virginal. Cualquiera de esas dos palabras tendría que haber sido suficiente para haber desistido. Pero, en lugar de disuadirlo, con Lali esas palabras se tornaron increíblemente excitantes. Se había mostrado tan hambrienta por saber... tan decidida a aprender... tan increíblemente reactiva al más ligero toque.

Inexperta, virginal. En esos momentos ya no era nada de eso. Él se lo había quitado. Automáticamente, llenó una jarrita con café recién hecho y volvió a la ventana a contemplar el amanecer y reflexionar sobre cuáles serían sus próximos pasos.

Minutos más tarde, cuando oyó las pisadas de pies desnudos en la cocina, había tomado una decisión. Ya sabía lo que tenía que hacer. Lentamente se volvió, y al verla sintió que el corazón se le hundía.

Peter no supo de dónde había sacado esa camisa azul, gastada después de tantos lavados. Ahí estaba su pequeña figura apoyada en el marco de la puerta, con sus piernas doradas y recatada sonrisa. Peter sabía lo que quería. Una sonrisa de amantes, brazos abiertos, alentadoras declaraciones, algo así como que la experiencia de la noche pasada había sido maravillosa para él como sin duda parecía que lo había sido para ella.

Ella merecía todo eso y mucho más. Pero todo lo que pudo hacer fue expresar con severidad lo que sentía que era, si no la mejor, la forma correcta de solucionar su error.
-Peter: Tendremos que casarnos —dijo con severa brusquedad.

Continuará…

lunes, 20 de febrero de 2012

Capítulo Dieciocho



Se había equivocado en tantas cosas últimamente, pensó Lali acurrucada en el regazo del hombre que había amado durante tanto tiempo. Se había equivocado con Teo y sus sentimientos hacia él. Con él nunca experimentó esa anticipación que la dejaba casi sin aliento al mirar los ojos color verde de Peter clavados en sus pechos y ardientes de deseo. Con una maravillada sensación de victoria, reconoció que también se había equivocado sobre el efecto que provocaba en él.

Peter la deseaba. En sus ojos leía la urgente necesidad de hacerla suya. Y nunca se había sentido tan contenta por haberse equivocado en tantas cosas. Invadida por una oleada de poder surgida del conocimiento que la alentaba, sus ojos quedaron fijos en el rostro de Peter mientras se quitaba la blusa lentamente. Bajo la seda roja, gran parte de los pechos se desbordaban sobre las copas de un delicado sujetador de encaje negro.

La mirada de Peter se desvió de su rostro a sus pechos.
-Peter: Ahora el sujetador— Lali sintió un escalofrío de anticipación ante la oscura intensidad de la orden que le calentó la sangre, y en ningún momento pensó en negarse. Entonces se desabrochó el sujetador y con repentina timidez lo retiró de su cuerpo. Bajo la ardiente mirada de adoración en los ojos de Peter sintió que su piel se encendía y que los pezones se excitaban dolorosamente.

«Demasiado rápido», pensó cuando las sensaciones la asaltaron con la velocidad y la fuerza de un rayo. Y demasiado tarde para no hacer nada más que montar sobre el cuerpo masculino cuando él la alzó y la puso a horcajadas sobre sus piernas. Involuntariamente, se aferró a sus hombros con las rodillas clavadas en el asiento del sofá a cada lado de las caderas del hombre, su secreta feminidad contra la poderosa evidencia del deseo de Peter. Sus pechos desnudos quedaron a la altura de su boca. Y Lali sintió que todo su cuerpo se encendía.

Las manos de Peter se deslizaron sobre las costillas hasta capturar los pechos y acariciar tan tiernamente los pezones excitados, un ruego escapó de los labios entreabiertos de Lali cuando él inclinó la cabeza y su boca se posó sobre los pechos.

El primer toque de su lengua la dejó sin aliento y cuando los labios succionaron los pezones no pudo evitar un gemido de placer. Cuánto había anhelado experimentar la sensación de la boca de un hombre sobre sus pechos. Y en sus fantasías siempre era la boca de Peter que transformaba la suavidad aterciopelada de los pezones en un duro diamante. Y siempre habían sido los cabellos oscuros de Peter los que se enredaban entre sus dedos mientras su boca jugueteaba en sus pechos con un hambre insaciable.

Era tan bueno oír sus roncos gemidos de placer mientras los dedos se clavaban en sus caderas y la atraían más hacia él, con un hambre cada vez más urgente de su cuerpo.
-Peter: Me... vuelves... loco —murmuró mientras lamía uno de los pechos.
Después, todo se volvió maravillosamente borroso en la mente de Lali. Sólo fue consciente de sensaciones cuando se perdió en él. Sensación de la boca que la acariciaba por todas partes, que subía desde los pechos hasta el cuello, la garganta, el mentón hasta apoderarse dulce y profundamente de su boca. Y mientras tanto, las grandes y ásperas manos se movían suavemente hasta lograr quitarle los pantalones y la braguitas.
-Peter: Hermosa —murmuró al tiempo que la acomodaba sobre el sofá y él se tendía a su lado cuan largo era. Los dedos de Peter acariciaron el monte de Venus despertando ignoradas y vehementes ansias que nunca había sabido que eran parte de ella. Sin poderlo evitar, arqueó las caderas sin saber qué pedía, pero sí de lo que necesitaba.

Y entonces, Lali supo exactamente lo que pedía cuando los dedos de Peter acariciaron su secreta intimidad y ambos gimieron de placer. Peter la tocaba con tanta reverencia y deseo que su nombre escapó de sus labios con un sollozo.

Nunca había soñado experimentar sensaciones como aquellas, especialmente cuando el hombre penetró en su interior lenta y suavemente. El dolor fue agudo y breve y luego desapareció cuando él llenó aquella cavidad de su cuerpo que había estado tan vacía sin que ella lo percibiera hasta ese momento.
Y en ese instante sorprendente, Lali supo que lo era todo para él y ese conocimiento casi trascendió el exquisito placer del lento y lujurioso vaivén del cuerpo de Peter.

Nada en su vida había sido tan apropiado ni tan bueno. Impulsada por un instinto tan natural como la luz de la luna que se derramaba a través de las ventanas, rodeó con las piernas las caderas de Peter y juntos cabalgaron hacia maravillosos parajes, al amparo de la noche.

En un momento dado, la ardiente urgencia que se apoderó de su ser la llevó a alturas insospechadas. Peter la había conducido con mano dulce y experta hacia el límite de sensaciones inefables. Sin embargo, cuando el clímax invadió su cuerpo, la encontró totalmente desprevenida. Miles de pequeñas sensaciones placenteras se desbordaron y luego se reunieron con la fuerza de una tormenta en el punto donde sus cuerpos se unían.
-Lali: ¡Peter! —exclamó, aferrada a él mientras su mundo explotaba en un remolino de puro éxtasis que nunca había conocido, que nunca había soñado que podía existir.

Chris había perdido su poder de raciocinio desde el momento en que ella se había quitado el sujetador y sus pechos quedaron expuestos a su mirada en la penumbra de la habitación, sólo iluminada por la luz de la luna. Y cuando ella, aferrada a él, gritó su nombre, supo que nunca había oído un sonido tan puro y erótico en su vida.

Con las piernas de Lali enlazadas en sus caderas, Peter penetró en su interior ayudado por los músculos internos de la joven y luego, unido a ella, se dejó llevar por un ímpetu increíble, como nunca había experimentado en su vida.
Con los dientes apretados, exploró su interior, con inexorable humildad y completamente entregado a la desenfrenada pasión de Lali. Ella le había ofrecido todo, no había guardado nada para sí y le había regalado el mundo.

Continuará…

Capítulo Diecisiete



El llanto de Lali lo mataba. No podía soportar verla sufrir de esa manera y probablemente por su culpa. Sabía desde siempre que Lali pensaba que las lágrimas eran un signo de debilidad. A diferencia de otras mujeres que conocía, nunca había apelado al llanto para manipular a un hombre o salirse con la suya.

Cuando entró en la casa con la joven en brazos, Peter cerró la puerta con el pie y la llevó a la sala de estar. Tras sentarse en el sofá, la acomodó sobre sus piernas sin dejar de mantenerla abrazada. En ese momento, Peter fue muy consciente del cuerpo femenino en sus brazos, pero sobre todo, de la necesidad que ella tenía de un verdadero amigo. Un amigo... no un hombre cuyo instinto básico fuera consolarla del modo más elemental y placentero.

Tras besarle suavemente la cabeza, Peter le acarició los sedosos cabellos al tiempo que murmura palabras de consuelo.
Lali tenía los ojos hinchados y rojos cuando finalmente alzó la cabeza e intentó hablar.
-Peter: Espera un momento— En unos segundos, volvió a la sala con un vaso de agua y una caja de pañuelos.
-Lali: Me siento tan patética que casi no puedo respirar —por fin balbuceó, hipando.
-Peter: ¿Y has llegado sola a esa conclusión? ¿O tal vez alguien o algo te ha hecho pensar de ese modo? —preguntó, con una sonrisa al tiempo que volvía a sentarse y la acomodaba sobre sus rodillas.
Lali le rodeó el cuello con los brazos.
-Lali: Alguien y algo.
Peter le abrazó las finas caderas y apoyó la barbilla en la cabeza de la joven.
-Peter: ¿Quieres golpearme y así olvidar lo sucedido de una vez por todas?
-Lali: ¿Golpearte?
-Peter: Por haberme comportado contigo esta tarde como un completo asno.
-Lali: Bueno, uno no puede dejar de ser lo que es.
-Peter: Siento tanto haberte hecho sufrir de este modo —dijo mientras le frotaba los brazos.
-Lali: Oye, no seas tan presumido. No estoy llorando por ti.
Repentinamente, y sin saber cómo, Peter supo que el causante era Teo.
-Peter: ¿Qué te hizo? Si ese bastardo te ha puesto un dedo encima en contra de tu voluntad, te prometo que el buen doctor no podrá siquiera respirar sin la ayuda de un especialista sanitario.
Lali soltó una pequeña risa.
-Lali: Relájate, Rambo. A mí no me hizo nada... pero creo que se ensañó con la enfermera que salió de su habitación.
-Peter: ¿Habitación? ¿Qué hacías en la habitación de Teo?
-Lali: Eso es lo que intento explicarte. Nada. Después de que te marcharas fui a su apartamento con la intención de acostarme con él... pero ahí no había espacio para mí. Parece que hoy Teo tenía una agenda muy apretada. Por la tarde tenía que seducir a la única virgen de la ciudad, y por la noche llevarse a su enfermera a la cama —comentó. Peter abrió la boca. Luego la cerró para no decir su opinión sobre Teo— ¿Qué pasa conmigo? —continuó Lali— ¿Por qué soy incapaz de atraer a un hombre que se enfrente a Nico o que incluso tenga la suficiente fuerza de carácter...?
-Peter: Oye, para ahí. Contigo no pasa absolutamente nada— Lali dejó escapar una gran bocanada de aire.
-Lali: Entonces ¿por qué no puedo encontrar a alguien que me quiera?— Peter cerró los ojos y sintió la calidez de una sola lágrima que se deslizaba sobre su pecho desnudo. Y a pesar de su tristeza, como un relámpago cruzó por su mente la imagen de la joven lamiéndola en su piel.
-Peter: Qué dices...
-Lali: Es... es porque no soy suficientemente bonita...
-Peter: Para —exclamó con la voz enronquecida. Y entonces luchó por buscar dentro de sí palabras razonables cuando todas las células de su cuerpo clamaban por demostrarle y hacerle sentir allí mismo cuán hermosa era— Teo es un pelmazo, ¿de acuerdo? No permitas que lo que hizo o dejó de hacer te disminuya siquiera un ápice. Si un hombre ama a una mujer, su aspecto no es lo que importa. Lo que importa es su ser. Su mente. Su corazón. El modo en que vive su vida.
Ella se incorporó lentamente y lo miró a los ojos con un leve parpadeo de inseguridad. Y entonces sonrió con tristeza.
-Lali: Ya lo tengo. Lo que dices es que reúno todas las condiciones para una cita a ciegas. Verás, te voy a organizar una cita con Lali. Tiene una gran personalidad. Tal vez es demasiado petiza. Demasiado delgada. Sus pechos no son...
-Peter: Para ahí... No sos demasiado baja ni demasiado delgada. Sos perfecta. Y tus pechos van más allá de la perfección —dijo atropelladamente sin poder dejar de mirar la blusa y la redondez de los pechos contra la seda roja— Son un sueño. ¿Tienes idea de cuántas noches he soñado con...? —Peter se detuvo bruscamente.

Entonces, apoyó la cabeza en el respaldo del sofá con los ojos cerrados.
-Lali: ¿Tú... tú has soñado con mis pechos? —susurró la joven, casi sin aliento.
Peter la miró fijamente.
-Peter: Sí… —Los ojos de Lali mostraron sorpresa y expectación.
-Lali: ¿Qué soñaste, Pitt? —preguntó en un tono aterciopelado.
Lentamente, Peter negó con la cabeza mientras intentaba luchar contra la fuerza de su libido.
-Peter: No es una buena idea, osita.
-Lali: ¿Qué soñaste? —insistió ella suavemente, con la poderosa intuición femenina de que el hombre empezaba a flaquear rápidamente.

De pronto, él sintió que su voluntad desaparecía y ni siquiera intentó resistirse. Ni siquiera la mirada hambrienta de los ojos de Lali ni el pensamiento de que cometía un error pudieron hacerlo razonar. Y entonces, Peter se rindió.
-Peter: Soñé que te desabrochabas la blusa frente a mí —murmuró con la voz enronquecida.

Peter percibió la mezcla de vacilación y anhelo que ensombreció los ojos de la joven. Y conteniendo la respiración vio que ella empezaba a desabotonarse con dedos temblorosos.

Tenía que detenerla. Pero su fuerza de voluntad había desaparecido.

Cuando Lali llegó al último de los botones, su última defensa, alzó la mirada para fijarla en los ojos marrones.
-Lali: ¿Y qué más soñaste?
La voz de la joven era casi un susurro, aunque su mirada le prometía todo... sólo bastaba con pedirlo.
-Peter: Quítatela —susurró con aspereza.

Continuará…

------------------------------
Esta noche les subo otro... ^-^
Besos